sábado, marzo 10, 2007

GABRIEL GARCÍA MARQUEZ



Muy buenos dias , le habla JULIO MARIO CASTRO RIVERA , para presentarles el programa GRITOS Y PALABRAS.

Nos sintonizan en la pagina de Internet http://www.lavozdelcinaruco.com/ a las 7:30 am todos los domingos.

Hoy dedicamos este momento cultural a






(1928- ), escritor, periodista y premio Nobel colombiano, considerado una de las figuras más representativas de la narrativa del siglo XX. Nació en Aracataca, pero muy pronto su familia abandonó esta población atlántica para marchar a vivir a Bogotá. Allí se formó inicialmente en el terreno del periodismo, aunque también estudió derecho. Fue redactor de El Universal, un periódico de Cartagena de Indias durante 1946, de El Heraldo en Barranquilla entre 1948 y 1952, y de El Espectador en Bogotá a partir de 1952. Entre 1959 y 1961, trabajó para la agencia cubana de noticias, La Prensa, en su país, en la Habana y en Nueva York. Debido a sus ideas políticas izquierdistas, se enfrentó con el dictador Laureano Gómez y con su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla, y hubo de pasar las décadas de 1960 y 1970 en un exilio voluntario en México y España.
El compromiso político de García Márquez está integrado en su obra y se originó en el marco histórico de la Colombia del bogotazo y todo el periodo de violencia que le siguió. Como otros escritores del boom de la Literatura latinoamericana defendió la Revolución cubana, pero, a diferencia de muchos de ellos, sigue apoyando a Fidel Castro y manteniendo polémicas airadas en la prensa y en encuentros con otros escritores sobre la actual situación cubana, especialmente en lo que respecta a los derechos humanos.
Ya premio Nobel, y precisamente por la repercusión internacional que tiene desde entonces cualquier cosa que haga, aceptó tomar parte en la dirección de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, junto con el cineasta argentino Fernando Birri. Y no es que el cargo sea meramente honorífico, pues ha intervenido en varios guiones cinematográficos, tanto de obras suyas como originales.
Sus primeras novelas reflejan el ambiente de violencia e intolerancia que Colombia vivía en el momento en que las escribió: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961) y Los funerales de la Mamá Grande (1962). En estas primeras obras ya se percibe una evolución estilística que pasa de la prosa barroca y elaborada de La hojarasca y de algunos de los cuentos de Los funerales de la Mamá Grande al laconismo y la frase desnuda al estilo de Graham Green o de Ernest Hemingway de otros relatos del mismo libro y de El coronel no tiene quien le escriba, una dramática historia en la que ya aparecen algunos de los personajes que reaparecerán en su obra más conocida: Cien años de soledad.
Cien años de soledad (1967) narra en tono épico la historia de la familia Buendía a lo largo de cien años y del pequeño lugar Macondo que acaba sepultado y destruido por las guerras y el progreso. El nombre de Macondo era el de una hacienda próxima a Aracataca, y García Márquez lo convirtió en uno de los referentes geográficos literarios inolvidables, como William Faulkner había hecho con su condado de Yoknapatawpha en Mississippi.
Esta novela, escrita en dieciocho meses durante su exilio en México, muestra ya la escritura y estilo consolidado del autor y sus mundos y obsesiones y, con pequeños matices, constituye el núcleo principal estilístico de su obra. Todo parece arrancar de las leyendas y relatos fantásticos aprendidos en su infancia que le permitieron desarrollar una imaginación desbordada cargada de imágenes obsesivas: es el mundo mágico que se le suele atribuir a este autor. Después añadió su formación literaria que le hace escribir historias lineales, con principio y final secuencial, sobre situaciones comprensibles y reales, personajes identificables y como fondo la historia de Colombia y la denuncia de las injusticias sociales: es el mundo real. De la combinación de estos dos elementos surge el realismo mágico, término que, aunque no agrade a muchos autores y críticos, sirve perfectamente para explicar este género.
Otras obras narrativas importantes suyas son El otoño del patriarca (1975), en torno al poder y la corrupción políticos; Crónica de una muerte anunciada (1981), la historia de un asesinato en una pequeña ciudad latinoamericana; El amor en los tiempos del cólera (1985), una historia de amor que se desarrolla también en Latinoamérica, y El general en su laberinto (1989), una narración ficticia de los últimos días del revolucionario y hombre de estado Simón Bolívar.
También es autor de varios libros de cuentos como La increíble y triste historia de Eréndira y de su abuela la desalmada (1972) o Doce cuentos peregrinos (1992). García Márquez ha despertado admiración en numerosos países occidentales por la personalísima mezcla de realidad y fantasía que lleva a cabo incluso en sus textos periodísticos, como Noticia de un secuestro (1996), un reportaje novelado sobre el narcoterrorismo colombiano. En 1998 publicó su autobiografía.
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982 y fue formalmente invitado por el gobierno colombiano a regresar a su país, donde ejerció de intermediario entre el gobierno y la guerrilla a comienzos de la década de los ochenta.


GABO SE PRESENTA




"Yo, señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir escribiendo. Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más. En mi caso el ser escritor es un mérito descomunal, porque soy muy bruto para escribir. He tenido que someterme a una disciplina atroz para terminar media página en ocho horas de trabajo; peleo a trompadas con cada palabra y casi siempre es ella quien sale ganando, pero soy tan testarudo que he logrado publicar cinco libros en veinte años. El sexto, que estoy escribiendo, va más despacio que los otros, porque entre los acreedores y una neuralgia me quedan muy pocas horas libres. Nunca hablo de literatura, porque no sé lo que es, y además estoy convencido de que el mundo sería igual sin ella. En cambio, estoy convencido de que sería completamente distinto si no existiera la policía. Pienso, por tanto, que habría sido más útil a la humanidad si en vez de escritor fuera terrorista".




Un gallo inmortal para García Márquez en calle del barrio latino de París


El gallo es invisible aún pero ya canta en la puerta de ese hotel del barrio latino donde Gabriel García Márquez redactó en 1954 'El coronel no tiene quien le escriba', gracias a la iniciativa del filósofo colombiano Numas Armando Gil Olivera para recordar este episodio de la historia literaria instalando allí una placa.
"La memoria es la primera musa. El gallo es un ave solar, símbolo del fuego hecho plumas, muy cargado de mitología y esperanzas del amanecer. Las generaciones venideras recordarán al pasar por allí de qué forma Gabriel García Márquez transformó, en su pieza del antiguo hotelucho, la adversidad, la falta de dinero para comer, en una obra maestra", declaró Gil Olivera, director del departamento de Filosofía de la Universidad del Atlántico en Barranquilla.
La publicación del primer tomo de las memorias del Nobel, a comienzos de octubre, sirvió al filósofo de señal de partida para comenzar a organizar este homenaje de los escritores e intelectuales colombianos a su figura emblemática.
Gabriel García Márquez pasó muchos trabajos en el exilio cuando el dictador Gustavo Rojas Pinilla ordenó cerrar el diario El Espectador que lo había enviado de reportero a Europa. Uno de los biógrafos de García Márquez, Dasso Saldívar, cuenta detalles de las errancias del flaco escritor, con su rostro de árabe, buscando por esas calles del barrio latino alguna posibilidad para cenar antes de subir a su cuarto del quinto piso de aquel hotel para seguir escribiendo.
"En París se vuelve uno verdoso, madre", dice García Márquez a través de un personaje de 'El amor en los tiempos del cólera' para evocar el color aceituna de su piel de exiliado, obligado al ayuno por necesidad. Las cúpulas de la Universidad de la Sorbona se ven desde la azotea del célebre "Hotel de Flandres", situado en el 16 de la rue Cujas, llamado ahora "Hotel de trois colleges", donde García Márquez escribía, como poseído, la historia del viejo ex coronel esperando inútilmente su pensión, con todas sus esperanzas cifradas en un flaco gallo de pelea.
"Tenemos planeado organizar en este mismo hotel un coloquio literario, con escritores, profesores y especialistas de Colombia y otros países. Hoy más que nunca debemos propiciar la creatividad, encontrarnos y dialogar. La memoria es la única grieta en la coraza de orgullo de la muerte, como dice otro Nobel, el nigeriano Wole Soyinka", señala Gil Olivera.
"Instalar esta placa vendría a ser un homenaje de París, casi medio siglo después, a quien en esa época era un joven reportero aguantando hambre, escribiendo y soñando con vivir de su pluma", explicó Gil Olivera, ex estudiante de la Sorbona, quien dictó en España y Francia una conferencia sobre "La ética entre la guerra y la paz en Colombia".
La actual propietaria del hotel, Paule Wyplosz, conoce en detalle las historias de los escritores latinoamericanos --además de García Márquez cita a Nicolás Guillén y a Julio Cortázar-- que vivieron "a crédito" muchos meses en aquellos cuartos de estudiantes, esperando un giro.
"Cuando ganó el premio Nobel García Márquez recordó en muchos reportajes su fructuosa estancia aquí en el hotel. Yo sé que él adora París, pero sé también que no es amigo de homenajes acartonados ni placas. Sin embargo todo no es más que un pretexto para gozar, evocando su obra, y quizás invitarlo a reunirse aquí con un grupo de amigos", declaró Paule Wyplosz a la AFP.
"Por su ubicación en el corazón del barrio latino nuestro hotel atrajo siempre a escritores y artistas. Ahí están ya las placas que hicieron instalar el círculo de amigos del poeta francés Raoul Ponchon, y la embajada de Hungría para recordar al gran poeta Miklos Radnoti, quien también vivió aquí", contó la propietaria del hotel.

Desafortunadamente el tiempo se nos ha acabado para seguir hablando de GABRIEL GARCIA MARQUEZ


Si quieres proponer un tema cultural escribanos al correo electrónico juliomario@telecom.com.co

Oyentes de la voz del cinaruco, los espero el proximo domingo en sintonia del programa GRITOS Y PALABRAS a las 7 y media de la mañana.

Le habló Julio Mario Castro Rivera.

Feliz dia para todos

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