jueves, noviembre 02, 2006

RAFAEL HUMBERTO MORENO DURAN


RAFAEL HUMBERTO MORENO DURAN

Muy buenos dias , le habla JULIO MARIO CASTRO RIVERA , para presentarles el programa GRITOS Y PALABRAS.
Nos sintonizan en la pagina de Internet http://www.lavozdelcinaruco.com/ a las 7:30 am todos los domingos.
Hoy dedicamos esta media hora a la vida y obra del escritor colombiano RAFAEL HUMBERTO MORENO DURAN quien falleció este lunes 21 de noviembre
Su deceso se produjo en la clínica Reina Sofía, en el norte de la capital, por causa de un cáncer que padecía desde hace varios meses.
Considerado como uno de los más importantes escritores nacionales, Moreno Durán (59 años) deja un gran legado literario. Entre sus obras se destacan 'Mujeres de babel', 'El halcón peregrino', 'Fémina suite', 'Cuestión de hábitos' (obra con la que ganó el premio Ciudad San Sebastián, en España), 'Los felinos', 'El canciller', 'El caballero de la invicta', 'Mambrú' y el 'Festín de los corajudos'.
Hasta el último minuto, Moreno Durán se aferró a lo que fue su mayor pasión en la vida: la literatura.
Precisamente, el escritor tenía previsto presentar el jueves de la semana pasada, junto con Fernando Toledo, ‘El inútil de la familia ‘, del escritor chileno Jorge Edwards. Pero ese mismo debió declinar la invitación por el débil estado de su salud.
“Me parece una pérdida para las letras colombianas. No obstante deja una obra inédita. Lo cual me hace pensar inmediatamente en el talante del verdadero escritor: el que piensa no solo en lo que ha publicado sino en lo que va a dejar. Me parece que la literatura colombiana pierde no solamente un narrador de primer nivel sino un ensayista deslumbrante”, dijo Fernando Toledo.
Con la trilogía ‘Fémina Suite’, considerada en una encuesta como la cuarta entre las 20 obras fundamentales de la literatura colombiana del siglo XX, Moreno llegó a la final, en 1987, de los premios Rómulo Gallegos de Venezuela y Nadal de España.
En septiembre pasado Moreno fue escogido como ganador del cuarto premio Nacional de Literatura, en una votación realizada por la especializada revista Libros y Letras.
Parte de la extensa obra de este abogado, que nunca ejerció esa profesión, fue traducida al inglés, francés, alemán, árabe y búlgaro.
La trilogía ‘Femina Suite’, que comenzó a escribir en 1977 y concluyó en 1983, esta compuesta por las novelas ‘Juego de damas’, ‘El toque de Diana’ y ‘Finale capriccioso con Madonna’.

R.H. habló sobre su generación literaria en una de sus últimas entrevistas en Lecturas Fin de Semana
Con motivo del lanzamiento de 'Mujeres de babel', el año pasado, el escritor colombiano conversó con Enrique Posada Cano sobre su vida.
Es uno de los más brillantes intelectuales de su generación. Ensayista, novelista, crítico literario y seguramente buen poeta. Boyacense, de 58 años, pocos saben que es abogado graduado de la Nacional. El personaje es Rafael Humberto Moreno-Durán, dueño de una disciplina tal que cada cinco años, en vacaciones, relee, con sujeción a un plan, a un clásico griego, a Cervantes, a Joyce o a uno de los grandes de la novelística norteamericana. En un cuaderno, con el rigor de un contabilista, hace el inventario de su lectura. Sorprende la manera como enjuicia la historia y los acontecimientos nacionales e internacionales. Al oír el pitazo del tren que, camino a Nemocón, pasa a una cuadra de su residencia, en el norte de Bogotá, una sombra de nostalgia invade sus penetrantes ojos. “Los viajes en tren o en barco -afirma- son experiencias que me dejaron una huella indeleble y que envidiarán mis hijos y las generaciones venideras”.
El ‘gancho’ para esta conversación es su nuevo y erudito ensayo sobre el 'Ulises' de Joyce: ‘Mujeres de Babel’, en edición conjunta de Taurus, Alfaguara y Universidad Autónoma de México. Luego de proponerle esta entrevista, me entero de que le acaban de diagnosticar un cáncer. En diálogos telefónicos previos, siento cómo el escritor se va sobreponiendo, armándose de un espíritu de vencedor para afrontarla. “En Colombia -se lamenta- no hay más de veinte lectores de Joyce, aunque todo mundo habla de él. ¿Cómo escribir un libro sobre él que no fuera académico? El 'Ulises' es una obra estigmatizada por su dificultad, que no es más que pura pereza de leerlo. Sale en 1922, las primeras traducciones son de los 30. Sin embargo, en 1925 Darío Achury, Eduardo y Jorge Zalamea ya lo conocían. ¿En qué idioma lo leyeron? Joyce siempre fue importantísimo en la comunidad intelectual colombiana. Dan ganas de reír cuando alguien, en cocteles o conferencias, quiere llamar la atención afirmando que libros como 'Ulises' son ilegibles. Un escritor no puede darse el lujo de prescindir de 'Ulises', que junto con 'El Quijote', es la más prodigiosa novela que ha producido la humanidad.
¿Qué analogías y qué diferencias hay entre una y otra?
Ambas son fundamentales para un novelista contemporáneo. 'El Quijote' creó el género y lo sometió a crisis. No es sólo la maravillosa historia de ese caballero, sino también la forma como está escrita. Los hispanoamericanos aprendimos a leer en el lenguaje del siglo de Oro, el del Quijote, que marca el comienzo de la modernidad. Tres siglos y medio después, un gran amante de la cultura española, Joyce, cambia radicalmente la evolución de la novela y de un plumazo, en 18 capítulos, a lo largo de 18 horas, derrumba todos los paradigmas de la novela vigentes. Joyce introduce en la postmodernidad.
¿Por qué son para usted las más grandes obras?
Son dos obras de ruptura. El Quijote rompe con la era medieval y plantea el camino hacia la modernidad. Ulises lo hace con toda la literatura naturalista y realista del siglo anterior e instaura una forma de narrar fragmentaria. En ambas está toda la carpintería del oficio. García Márquez me dijo el año pasado que sin el monólogo de Molly Bloom no habría podido escribir su ‘Diatriba frente a un hombre sentado’.
¿Qué es para usted lo femenino?
Lo que me atrapa, me esclaviza, me seduce y no puedo explicar.
¿Es feminista su literatura?
Al contrario. Al comienzo, cuando salieron mis primeras novelas, 'Femina Suite', 'Juego de Damas', 'El Toque de Diana', las feministas querían matarme. Creían que yo era un autor misógino. Porque por primera vez la mía es una mujer universitaria, que coloniza rápidamente el territorio en el que se involucra, una mujer amoral. El escritor fabrica la amoralidad, pero sin hacer daño y sin rendir pleitesía a las verdades preestablecidas.
¿Qué opinión le merece esa literatura de la violencia que se escribe al por mayor en los 50 y 60?
Hizo mucho daño, pero fue liquidada por García Márquez con ‘El Coronel’ y ‘La Mala Hora’; por Hernando Téllez con su libro de cuentos ‘Espuma y algo más’ y posteriormente por ‘Cóndores no entierran todos los días’, una novela definitiva. Fernando Vallejo aborda la violencia con ‘La Virgen de los Sicarios’, que dentro de toda esa epidemia de literatura sicarial, es una novela muy bien lograda. Hay una de Germán Espinosa, ‘La Balada del Pajarillo’, que plantea un tipo de violencia sicológica.
¿Y ‘Delirio’ de Laura Restrepo?
No la he leído. Cometí el error de comentar su primera novela y me fue muy mal: La ‘Isla de la Pasión’. Escribí una nota diciendo por qué no me gustaba y ahí fue Troya. A lo mejor me equivoqué y es una obra genial. Cuando uno encuentra autores tan susceptibles, es mejor callar. Pero admiro a Laura.
Sobre autores nuevos, estos que se agrupan como si conformaran una hermandad: Gamboa, Mendoza, Restrepo...
Muchos de ellos y no solamente los mencionados, han creído que encarnan el Génesis. Es estupidez, ignorancia o mala fe. Creo en el talento de Gamboa, de Mendoza, de Jorge Franco, Enrique Serrano, Hugo Chaparro -valiosísimo-, pero me parece que les ha hecho daño la publicidad. Sus méritos no deberían implicar el desconocimiento de la generación anterior. La gente joven siempre tiene el presente como su único espejo. Olvida que esos escritores de diez o quince años antes todavía están en activo y que, comenzando apenas su madurez, habían recibido ya un reconocimiento internacional, similar a este del cual ellos gozan ahora. Es lo que llamo el síndrome de dinastía china.
Hablando de Gamboa, escribió bien ‘Vuelta de Página’, es bastante legible, pero vienen luego
‘Los Impostores’ en que decae mucho...
La historia de un novelista comienza cuando ofrece su gran libro. Tienen cosas importantes, pero no han producido todavía su tejedora, su virgen, sus cóndores, su fémina, obras de cuya existencia saben pero que han querido ‘ningunear’ para acudir a este hermoso mejicanismo.
Todos esperamos la respuesta de esa generación a las expectativas de lectores y sobre todo sus apologistas.
¿Vargas Llosa?
Es un sinusoide, un animal literario, uno de los pocos novelistas auténticamente precoces. Cuando todo mundo pensaba que estaba decayendo, diez años después de publicadas ‘Conversación en la Catedral’ y ‘La Casa Verde’, produce una novela tan extraordinaria como ‘La guerra del fin del mundo’. Luego se dedicó a la política. Y entonces, como remate de su fracaso en este terreno, sale con ‘La Fiesta del Chivo’ y nos vuelve a subir los ánimos. Es también un ensayista de lucidez extraordinaria. A nadie sorprendería que él o Fuentes obtuviesen el Nobel.
Política y literatura ¿no es una difícil dualidad en García Márquez?
En un escritor hay dos hombres. Uno, el ciudadano, que debe tomar partido. Otro, el creador, que debe poner sus convicciones ideológicas al margen de su obra narrativa. El escritor da testimonio de la realidad a través del ensayo, el periodismo, la crítica, el panfleto. García Márquez se ha salvado del panfleto.
Pero no ha expresado todo lo que debería expresar...
Ahí falla el ciudadano. Es el ciudadano García Márquez quien debe decir por qué está con Fidel Castro. Hay en él una fascinación por el poder.
¿Cuál es la levadura del ser colombiano, que lo distingue de otros latinoamericanos?
La intolerancia instalada por la clase política, que pacta cuando le conviene, pero cuando no, se vuelve intolerante. En Colombia no se dialoga, se dispara, empezando por el ex ministro Londoño Hoyos. Era un incendiario. Eso la gente no lo dice. Todos los medios se ponen a su disposición, los ex presidentes le hacen el juego.
¿Y la guerra de Irak?
Ha hecho tanto daño, ha herido tantas sensibilidades, que pasarán decenios antes de lograr una pacificación. El terrorismo no se soluciona invadiendo Estados, aniquilando culturas, asaltando mezquitas o sinagogas. Si el pretexto hoy es el petróleo, mañana será el agua del Amazonas o la biodiversidad u otra cosa.
Pero no veo en la juventud esperanza de nada...
El problema de la juventud es muy grave. Tiene un escepticismo heredado. No posee ni las armas ni los medios para intentar darle un giro a ese escepticismo y convertirlo en acción. Sólo le importa lo light, lo efímero. Antes se leía. Ahora, tengo esta frase terrible: ‘en Colombia leer es morir un poco’. Vamos a tener generaciones no sólo ignorantes, sino iletradas, sin imaginación. Descreídas y sin líderes. De estos jóvenes sólo puede salir un líder analfabeto o fanático.
Hacia la década 60 del siglo pasado, escritores como Cepeda Samudio nos dieron a conocer a Faulkner, Saroyan, Dos Passos...
La generosidad intelectual debe ir pareja con el oficio de escribir. Ahora no hay generosidad, ni reconocimiento a los maestros, sino odio y antipatía. Hay un protagonismo que es como el dinero fácil del narcotráfico. En cuestión de días se quiere llegar a la cúspide. Con escritores así no se va a ninguna parte. El facilismo es el brazo armado del arribismo. Pero los arribistas de hoy no tienen las agallas de los arribistas de antes, que al menos temían al ridículo.
Se ha puesto de moda Aurelio Arturo, un poeta que parecía olvidado...
Porque es un gran poeta, se encuentra dentro de los cinco más importantes de nuestro siglo XX.
Mi generación ha dado dos poetas importantísimos: Giovany Quessep, que es uno de esos poetas enormes, infinitos y Juan Manuel Roca.
En eso de desconocer la tradición, recordemos a los Nadaístas, tan iconoclastas y se quedaron en lo que son...
Nunca creí en Gonzalo Arango. No hay nada de él que perdure. Como promotor cultural sí, pero para eso no necesitaba tantas alforjas. X504 sí es un gran poeta. Admiro a Eduardo Escobar. Siento poesía en algunas de sus columnas de los martes.
¿En política usted ha sido de izquierda, centro o derecha?
Soy un ácrata. En la Universidad, cuando fui candidato a elecciones estudiantiles, descubrí que era absolutamente indómito. Palabras pronunciadas por R.H. Moreno-Durán durante la entrega del premio Ciudad San Sebastián
Globalización política, balcanización cultural
Nuestro tiempo vive una gran paradoja: cuanto más se habla de globalización en términos
políticos, económicos y tecnológicos, más se acentúa la balcanización en términos culturales. Y esta paradoja pone de presente un infundio, pues contrariamente a lo que afirman los teóricos, la globalización que hoy nos agobia no es el primer intento de universalización que se conoce. Basta para ello recordar la expansión socio-política y territorial del Imperio español durante el siglo XVI y, en el campo cultural y espiritual, la prolongación del llamado Siglo de Oro en los fastos del gran Barroco, vigente hasta las postrimerías del siglo XVII.
Una de ellas es la antiquísima actitud del Poder ante el creador artístico: la domesticación gregaria o la censura, sea ésta brutalmente impuesta o sutilmente inducida. No puede pasar inadvertido el hecho que constata cómo en ambos periodos históricos rigen dos imperios hegemónicos: el político-religioso y contrarreformista de los últimos Austrias, ayer, y el político-tecnolátrico y represivo de los Estados Unidos, hoy. Curiosamente, los mandatarios de esas dos formas de globalización también se parecen: el contemporáneo de sor Juana y Alvarez de Velasco y Zorrilla fue el rey Carlos II, El Hechizado, último descendiente de Juana la Loca y de quien se decía que “había sido envenenado cien años antes de morir”. Y tal vez para honrar los precedentes necrofílicos de su linaje, este rey falleció el Día de los Muertos del año en que murió el gran Barroco.El perfil del monarca de la globalización actual, George W. Bush, no difiere mucho de la semblanza del rey español, unidos ambos además por un coeficiente intelectual que los acerca a la escala zoológica. Bush, cuya paranoia y sed de retaliación sólo es comparable a su devoción por la muerte y la mediocridad de su estirpe siempre ha estado hechizado por el Poder e idiotizado hasta el delirio por el oscuro capital de las transacciones neoliberales. Carlos II y Bush le dan sentido a la crítica que desde el escenario y sobre la guerra hace Fausto, el más grande intelectual forjado por la literatura: “Todos los políticos han leído historia, pero se diría que la han leído para sacar de ella el arte de reconstruir las catástrofes…”.
Por ello, al hablar de escenario y voces enaltecidas o apagadas, cobra sentido la gran certeza que el príncipe estudiante formula desde su improvisado teatro en Elsinor: “Es en el escenario donde atraparé la conciencia del Rey…” ¿No es ésta la más idónea coartada que hay que utilizar a la hora de juzgar la política de nuestro tiempo? Al hablar de teatro, los artistas suelen invocar una larga tradición que va desde Esquilo y Sófocles hasta Bertolt Brecht y Tennessee Williams, en tanto que para los políticos los únicos teatros posibles son las deprimidas regiones donde con fuego real escenifican sus guerras, llámense Vietnam, las selvas y campos de Colombia o Irak.
Los escritores, en cambio, desde esa época heroica y remota en que se forjaba nuestra sensibilidad, han concebido el teatro como un pretexto perfecto para cuestionar las arbitrariedades del Poder, esté encarnado éste por Creonte o Ricardo III, Cronwell o el Rey Lear, Calígula o El Fantoche Lusitano. El teatro traslada a las tablas la mala conciencia de quienes desde la noche de la infamia han manipulado el destino de sus semejantes y es tal vez por eso que el género dramático jamás ha perdido vigencia. Porque, aparte de los imperativos morales, ejercer la crítica es para el escritor una cuestión de hábitos, un inaplazable debate contra las artimañas que tiene el Poder para adular primero y silenciar luego a los intelectuales ariscos, como la burocracia virreinal y la jerarquía eclesiástica hicieron con sor Juan Inés de la Cruz, que pasó del esplendor a la miseria en un drama de un solo acto. Consciente del doble papel que encarnaba, como mujer y como artista, la monja lo expresaba ya de forma lúcida cuando subrayaba la bifronte naturaleza de su condición: “ En dos partes dividida / tengo el alma en confusión: / una, esclava a la pasión, / y otra, a la razón medida…”
Estas palabras y el ejemplo de la vida de quien probablemente es la más grande escritora de nuestra lengua, ponen de presente, una vez más, de qué forma el arte se anticipa lúcidamente a la política. La universalización del humanismo barroco, que a pesar de los errores y crímenes del Imperio consolidó la unión y le dio un alma al cuerpo iberoamericano, fue más amplia y fecunda que la globalización presente. Felizmente, la literatura se las ha ingeniado siempre para sobrevivir en tiempos de zozobra y la disidencia levanta sus propios tinglados para hacerse oír y, en lo posible, atrapar la mala conciencia de quienes erigidos en jueces del Apocalipsis que ellos mismos han desatado, quieren convertir la inquisición y el patíbulo en la cínica justificación de sus oscuras maniobras.
Si quieres proponer un tema escríbanos a la dirección de correo: juliomario@telecom.com.co

Oyentes de la voz del cinaruco, los espero el proximo domingo en sintonia del programa GRITOS Y PALABRAS a las 7 y media de la mañana. Le habló JULIO MARIO CASTRO RIVERA.
Feliz dia para todos.

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