viernes, diciembre 15, 2006
176 AÑOS DE LA MUERTE DE SIMON BOLIVAR
SIMÓN BOLÍVAR.
Muy buenos dias , les habla JULIO MARIO CASTRO RIVERA , para presentarles el programa GRITOS Y PALABRAS.
Nos sintonizan en la pagina de Internet http://www.lavozdelcinaruco.com/ a las 7:30 am todos los domingos.
Hoy dedicamos esta media hora a Simón Bolívar , con motivo de los 176 años de su muerte.
El recién nacido, cuarto vástago del matrimonio formado por el coronel Juan Vicente Bolívar Ponte y doña María de la Concepción Palacios Blanco, criollos ambos, fue bautizado en la Catedral con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Pero la historia lo llama Simón Bolívar, el Libertador. Su ejemplo, su acción, su pensamiento - su legado , en suma - están más vigentes que nunca. Pues él actuó, sintió, reflexionó y escribió para su época, y también para la posteridad.
Bolívar ascendido a coronel, fue comisionado por la Junta de Caracas, junto con Luis López Méndez y Andrés Bello, para viajar a Londres, y exponer ante el gobierno británico los deseos de Venezuela, que eran los de mantenerse por lo menos en autonomía respecto al gobierno que en España había tomado el mando luego de haber sido apresado el rey Fernando VII por Napoleón. Bolívar, en su fuero interno, iba más lejos, pues aspiraba a la independencia total.
A fines de aquel mismo año, Bolívar estaba de regreso. Poco después, llegó Miranda a su patria. Como miembro prominente de la Sociedad Patriótica, Club Revolucionario, Bolívar fue uno de los más decididos partidarios de que el Congreso declarase la independencia. Después del 5 de julio de 1811, combatió bajo las órdenes del general Miranda para someter a los realistas que se habían alzado en Valencia. El 23 de julio de 1811 recibió Bolívar su "bautismo de fuego", es decir, peleó por primera vez.
Bolívar logró obtener un pasaporte gracias a la generosa intervención de su amigo Iturbe, y pudo marchar al exilio, a Curazao. De allí pasó a Cartagena de Indias, donde el 15 de diciembre de 1812 publicó un manifiesto en el cual expuso ya las ideas principales que guiarían su acción en los años próximos: la unidad de mando para luchar hasta conseguir la victoria, y la unión de todos los países hispanoamericanos para lograr y consolidar la independencia y la libertad.
Poco después, transforma sus palabras en hechos. A la cabeza de un pequeño ejército limpia de enemigos los márgenes del río Magdalena, toma en febrero de 1813 la Villa de Cúcuta e inicia en mayo la liberación de Venezuela.
A su paso por Trujillo, el 15 de junio, había dictado el Decreto de Guerra a Muerte, con el objeto de afirmar el sentimiento nacional de los venezolanos y lograr una mayor cohesión.
Poco antes, en la ciudad de Mérida, los pueblos le habían aclamado Libertador, título que le confieren solemnemente, en octubre de 1813, la Municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual ha pasado a la Historia.
Urdaneta, impávido, defiende Valencia. Ribas triunfa en la Victoria. Mariño (que había liberado antes el Oriente del país), acude en auxilio de Bolívar y logra la victoria de Bocachica. Bolívar se defiende tenazmente en el campo atrincherado de San Mateo, y está en todas partes. Entre batalla y batalla, solicita el apoyo de los próceres civiles para restaurar las instituciones, expide proclamas y decretos, redacta artículos para la Gaceta de Caracas.
Pero finalmente los realistas mandados, por el audaz e infatigable Boves, derrotan en la Puerta, en junio de 1814, a Bolívar y Mariño. La Segunda República está herida de muerte. Los patriotas tienen que abandonar Caracas. Una gran emigración, pueblo y ejército unidos, se dirige hacia Barcelona y Cumaná. Los republicanos sufren una derrota en Aragua de Barcelona.
En Jamaica permanecerá Bolívar hasta diciembre de 1815. Allí escribe su célebre Carta de Jamaica, donde el análisis del pasado y presente de Hispanoamérica le permite considerar el porvenir con esperanza. El estudio y la reflexión avalan y sustentan su visión profética. Prevé ya, desde entonces, la reunión del Congreso de Panamá y esboza su proyecto de crear la Gran República de Colombia.
Después de haberse librado milagrosamente en Kingston de un intento de asesinato por un criado suyo sobornado, el Libertador se dirige a la República de Haití, donde obtiene generoso apoyo del Presidente Alejandro Petión. Gracias a él, sale de aquella isla la expedición de Los Cayos, que toca en Margarita, y luego en Carúpano y Ocumare de la Costa. En esos lugares proclama la emancipación de los esclavos, pues está convencido de que un país que combate por la libertad no puede albergar en su seno el cáncer social de la esclavitud. Sin embargo, las circunstancias económico-sociales hacen inútiles estos y otros esfuerzos suyos en tal sentido.
Separado en Ocumare del grueso de sus fuerzas, Bolívar está a punto de caer prisionero, y decide suicidarse antes de sufrir tal ignominia; por fortuna, el mulato Bideau lo salva y lo conduce a bordo de un buque. Regresa a Haití, donde obtiene nuevamente la ayuda del Presidente Petión y logra a fines de 1816 volver a Margarita y pasar de allí a Barcelona, en enero de 1817.
Los valientes llaneros que antes habían luchado, muchos de ellos, a favor de España bajo las órdenes de Boves, pelean ya por la República conducidos por el general José Antonio Paéz, quién se ha unido al Libertador. Llegan también numerosos voluntarios europeos. En medio de la guerra, Bolívar se preocupa por organizar el Estado de Derecho, y convoca a un Congreso, que reune en Angostura el 15 de febrero de 1819.
Pero respetuoso de la autonomía del Congreso, acepta su desición de no tomar en consideración el Poder Moral, porque la mayoría lo ve como demasiado perfecto y útopico y otros lo consideran peor que la Inquisición.
A mediados de 1819 el ejército republicano, con Bolívar a la cabeza, atraviesa los Andes, derrota el ejército realista de la Nueva Granada en el Pantano de Vargas y en Boyacá, y entra triunfante en la ciudad de Bogotá. En diciembre de 1819, a instancias de Bolívar, el Congreso de Angostura crea la República de Colombia, que comprendía a las actuales naciones de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.
En 1820, tras arduas negociaciones, un armisticio y un tratado de regularización de la guerra son firmados en Trujillo por Bolívar y el General Morillo, quienes se entrevistan y abrazan en el pueblo de Santa Ana el 27 de noviembre. Estos tratados significan a la vez el fin de la Guerra a Muerte y el reconocimiento tácito de la Gran Colombia por el Gobierno de Fernando VII, dominado entonces por el partido liberal.
Pero la paz no resulta duradera. En 1821, se inician de nuevo hostilidades, y el 24 de junio se da en la sabana de Carabobo la batalla decisiva para la independencia de Venezuela, que será completada, en 1823, por la batalla naval del Lago de Maracaibo. Después de Carabobo, Bolívar es recibido en triunfo en su ciudad natal, pero él vuelve ya la vista hacia el Ecuador, que todavía dominan en gran parte los españoles. Como única recompensa para él y para el ejército por la victoria de Carabobo, pide de nuevo la libertad a los esclavos.
En 1822, el general Sucre marcha hacia Quito desde Guayaquil, que se había sublevado antes contra los realistas, mientras Bolívar ataca desde Popayán por el norte. La batalla de Bomboná, dada por Bolívar en abril de aquel año, quebranta la resistencia de los terribles pastusos, defensores acérrimos del rey, mientras que la acción liberadora de Pichincha, ganada por Sucre el 24 de mayo, da la libertad definitiva al Ecuador. Bolívar entra semanas después en Quito, donde halla el gran amor de su edad madura, la quiteña Manuela Saénz, justicieramente llamada "la libertadora del Libertador" porque le salvó la vida en dramáticas circunstancias años más tarde.
El 11 de julio, Bolívar se halla en guayaquil, en donde desembarca el día 25 el general José de San Martín, procedente del Perú. Allí se abrazan y se entrevistan los dos ilustres capitanes de la Independencia Suramericana. Lo que conferenciaron en privado, consta en los documentos auténticos emanados de Bolívar y de su Secretaría General. El objetivo principal del general San Martín, que era negociar sobre el destino futuro de Guayaquil, no pudo realizarse, puesto que la Provincia se había incorporado ya a la República de la Gran Colombia.
En 1823, el Congreso del Perú llama al Libertador en su auxilio, pues los republicanos están divididos y un potente ejército realista amenaza con destruir la obra que había iniciado San Martín.
Su genio y su fe en el destino de América hacen el milagro. En agosto de 1824, la victoria de Junín, tremendo choque de caballería, inclina la balanza del poder hacia la causa republicana. En diciembre, la batalla de Ayacucho, ganada por el más destacado de los generales del Ejército Republicano, Antonio José de Sucre, pone fin a la Guerra de Independencia. ha concluido la etapa militar y ha llegado la hora de la reorganización política y social de los nuevos Estado, para fortalecer la unidad, y con la paz, alcanzar el progreso.
El Congreso de Panamá representa el primer paso firme en la vía de integración latinoamericana. Para Bolívar las naciones hispanoamericanas, a las cuales se incorporó Brasil, debían presentarse unidas como países hermanos, sin mengua de sus soberanías respectivas.
En 1825 el Libertador visita Arequipa, el Cuzco y las provicias que entonces llamadas el Alto Perú. Estas se constituyen en nación independiente, y lo hacen bajo la protección del Libertador, en cuyo nombre se inspira la nueva República: Bolívia. Para ella redacta un proyecto de Constitución, que considera también aplicable en líneas generales a los demás países que su espada liberó. Dicta también muchos decretos orientados hacia la Reforma Social, a fín de proteger al indígena, defender los recursos naturales renovables, fomentar y extender la educación, organizando escuelas y universidades, abrir caminos, desarrollar la agricultura y el comercio: en una palabra impulsar el progreso, que era objetivo principal de su acción; pues la guerra no había sido sino un medio de lograr la independencia para iniciar después la verdadera revolución.
Es aquel el momento de máximo esplendor la carrera del Libertador. A su paso por la aldea de Pucará, en el Perú, un abogado de origen incaico, José Domingo Choquehuanca, le había dirigido una arenga profética el 2 de agosto de 1825 que concluía así: "Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina". Hasta el Potosí fueron a buscarle en octubre de aquel mismo año los agentes diplomáticos de Buenos Aires, a fin de solicitar su apoyo en el conflicto bélico que enfrentaba al Río de la Plata con el Imperio del Brasil. Bolívar había cumplido apenas 43 años. El 26 de octubre de 1825 ascendió hasta la cima del cerro del Potosí, tesoro de España en América, y desde allí lanzó una vibrante proclama que era como la culminación de todo lo que había ofrecido desde su juramento en Roma, hecho 20 años antes, y ratificado luego tantas veces, en las playas de Barcelona, en las selvas de Guayana ... El sabía a dónde quería ir, y llegó allí, al sitio de su máxima glorificación. El Nuevo Mundo antes español era libre. En un gesto simbólico, por aquellos mismos días, Bolívar se afeitó definitivamente su poblado bigote.
Pero los sueños se desvanecieron; y los proyectos se transformaron en utopías para que futuras generaciones las hiciesen realidad.
En abril de 1826, una revolución acaudillada por el general Paéz, la Cosiata, había estallado en Venezuela. Bolívar regresa de ese año al suelo natal por la vía de Bogotá y logra restablecer la paz, evitando los horrores de la guerra civil, en enero de 1827.
Pero las fuerzas de la disociación predominan sobre la tendencia hacia la unidad; las mayorías se dejan arrastrar por sus pasiones. Bolívar se distancia cada vez más del vicepresidente de la República, Francisco de Paula Santander, quien desde Bogotá le hace una oposición despiadada. Una Convención reunida en Ocaña se disuelve sin haber logrado reorganizar la República, pues los diversos partidos están en total desacuerdo.
Bolívar, aclamado dictador en Bogotá, acepta el mando para tratar de salvar su obra, y es víctima allí de un atentado contra su vida, el 25 de septiembre de 1828. Su sangre fría, el valor de los edecanes, y la presencia de espíritu de Manuela Sáenz le salvan la vida en tan triste ocasión.
Poco después, ha de ponerse en campaña para enfrentar la invasión de los peruanos en el sur de la República y permanece en el Ecuador durante casi todo el año de 1829. En su ausencia, el Consejo de Ministros proyecta establecer una monarquía en Colombia, pero Bolívar rechaza con energía toda insinuación al respecto, y reitera su antigua divisa: "Libertador o muerto".
A comienzos de 1830 está de nuevo en Bogotá para instalar el Congreso Constituyente que se espera podrá salvar la unidad de la Gran República. Pero Venezuela se agita de nuevo, y se proclama Estado Independiente. La oposición crece y se fortalece en toda partes. Bolívar, enfermo y agotado, renuncia a la Presidencia y marcha a la costa con el propósito de viajar a Europa. El asesinato en Berruecos del General Sucre, quien hubiese podido ser el continuador de su obra, y el rechazo de quienes entonces gobiernan en Venezuela, le afectan profundamente.
La muerte, misericordiosa, le sorprende en San Pedro Alejandrino, una hacienda cercana a Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Su última proclama, firmada el día 10, después de haber recibido los auxilios espirituales de un sacerdote, es un elocuente testimonio de su grandeza, de su desprendimiento y de la rectitud de su espíritu. Es, también, y sobre todo, un legado donde señala rumbos hacia el futuro."
Los pueblos que liberó su espada conservan la esperanza de que sus hombres revivan el espíritu de Simón Bolívar y culminen su obra.
En la actualidad el presidente Chavez de Venezuela sigue recordando los ideales del libertador.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario